
El pasado marzo, Kagyu Shedrub Chöling tuvo el inmenso placer de recibir en nuestra pequeña gompa a una clase de la ESO del I.E.S. César Manrique de Lanzarote con su profesor de religión al frente, José Juan. Se trata de una visita recurrente, que ya se ha producido en años anteriores. Y es que este entusiasta profesor procura organizar todos los años un tour con sus alumnos por Las Palmas de G. C. con la intención de recorrer lugares de culto pertenecientes a distintas confesiones religiosas, en una iniciativa que merece todo nuestro reconocimiento. José Juan no se conforma con solo impartir religión católica, además, asume como una parte importante de la asignatura poner a los estudiantes en contacto directo con otras realidades y dimensiones espirituales presentes en nuestra sociedad, proporcionándoles así una visión más amplia y real del fenómeno religioso.
En Occidente, los locales de culto no están acostumbrados a recibir a un público tan nutrido de jóvenes, salvo, quizás, las iglesias católicas, en las ceremonias de bodas y bautizos. Si la religiosidad en nuestra cultura se ha convertido una rara avis, la participación de los jóvenes en los ritos ordinarios de una confesión es casi como divisar a un unicornio azul… Los jóvenes que nos visitan, sin embargo, entran sin bullicio y con una actitud respetuosa digna de admiración. Se descalzan en silencio, como es perceptivo cuando se accede a la parte interior de la gompa, y se sientan ordenadamente en los cojines de meditación dispuestos en el suelo. Miran con curiosidad las imágenes de nuestras tangkas y los muchos objetos de cariz sagrado que componen nuestro altar. Al contemplarlos, no podemos evitar enternecernos.
Nuestro presidente, César Agut, es el encargado de hacer las presentaciones y de transmitirles los fundamentos básicos del budismo. En realidad, les explica nuestro presidente, todos esos principios se pueden resumir en uno solo: el firme compromiso de no dañar a otros seres, en la medida de nuestras posibilidades. Este compromiso no se deriva de un voluntarismo superficial, y sí, muy por el contrario, del reconocimiento de que todos los seres desean y merecen la felicidad tanto como nosotros mismos. Durante esta breve exposición, no se escucha ni un solo murmullo; los jóvenes atienden con asombrosa expectación.
El paso siguiente, como no podría ser menos tratándose de budismo, consistió en guiarlos en la realización de una práctica resumida de meditación shiné o calma mental, basada en la atención en la respiración. César les siguió explicando que la meditación no guarda ningún misterio ni está relacionada con algo exótico; se trata de una actividad tan cotidiana y natural, que para llevarla a cabo echamos mano de lo más básico que disponemos. ¿Y qué puede haber de más básico, cercano y accesible que nuestra propia respiración? Tras unas sencillas instrucciones acerca de la postura y la manera correcta de respirar, la gompa permaneció sumida en un confortable silencio durante unos pocos minutos, mientras cada uno de los jóvenes, también José Juan y el profesor que le acompañaba, se centraba en el sencillo ejercicio de observar su respiración. Porque, en efecto, así también se les hace saber, caeríamos víctimas de una burda ilusión si pretendiéramos que nuestra mente egocéntrica no dañe a los demás si con antelación no cultivamos el hábito de la calma mental.
El breve encuentro finaliza con una emotiva despedida y con la promesa de volver a encontrarnos el próximo año. Desde luego, pueden dar por descontada la mejor de nuestras disposiciones. Para nosotros fue todo un honor contar con la presencia todos estos encantadores jóvenes estudiantes, que, al igual que hizo el Buda 2.500 años atrás, se han atrevido, de la mano de su diligente profesor José Juan, a ir más allá de la teoría de los libros y pasar a la experiencia directa. Que, como también dejó dicho el Buda, es el conocimiento con más valor que podamos tener en nuestro haber.
Como guinda del pastel, nos dejaron una exquisita muestra de buena voluntad y agradecimiento: un rico queso de Lanzarote, que ofrecimos con devoción a nuestro altar antes de deleitarnos con semejante manjar. Eso sí, como siempre, deseando de corazón que todos los seres disfruten de una dicha semejante.
¡Hasta la próxima!